El origen de las camisetas personalizadas en Licetti’s Crafts.
Hay mucha gente que , al conocer nuestras camisetas personalizadas , nos pregunta como se nos ocurrió empezar con ello. Una pregunta que me hace especial ilusión y por ello hay algunas ocasiones que me extiendo más de los necesario en responderla.
Pero hoy no tenemos prisa y me he dado un tiempito para compartir este secretito con vosotr@s.
Las manualidades y la artesanía siempre han acompañado a nuestra familia y no fue diferente cuando nació mi sobrina. Su madre, y principal artífice de las maravillas de nuestra web, quería vestirla de forma original y distinguida. No se conformaba con las piezas de las grandes franquicias del textil y sigue sin hacerlo. Por lo que empezó a experimentar con la ropa de mi pequeña sobrina.
«Las manualidades y la artesanía siempre han acompañado a nuestra familia»
Ayudada por la web, investigó las formas más curiosas de customizar ropa de bebe. Por sencillo y económico comenzó con los bodys y las camisetas. Añadiendo manguitas de diferente tejido, dibujando con pintura textil y cosiendo a la tela un sinfín de cintas, lazos y grecas. Cuando la pequeña cumplió los dos años, mi hermana era una autentica experta en diseño de camisetas. Y para muchas de las vecinas de su localidad esto no pasó desapercibido
No tardaron en pedirla un montón de camisetas customizadas para sus retoños. La artista, más contenta que nunca, se dedicó a crear mil modelos en todas las formas y colores. Lastima que en aquel momento no pensáramos en ello y no se crease una buena galería fotográfica con todas sus obras. Aunque esto pueda parecer puro orgullo de hermana, os prometo que eran una autentica maravilla.
Conoce mis principios en el mundo de las manualidades y la artesanía. Aquí.
Pasaron los años, la niña creció y entre muchas otras cosas, empezó a tomar decisiones de su fondo de armario. Siendo fiel al refranero “de tal palo, tal astilla” mi sobrina había adquirido un gusto especial por las artes manuales. No tardó en experimentar con sus básicos de ropa y no quedó impune ninguna camiseta blanca, estampada o de colores. Motivada por las modas televisivas de cada momento, empezaron a aparecer, botones, letras y parches que con buen gusto, convirtieron aquellos básicos en una digna descendencia de los diseños customizados de su primera edad.
No tardó mucho en masificarse aquel estilo, no debemos ese honor a mi familia si no al gigante de Amancio Ortega y sus competidores, Pero aquello, quizá por nuestro gusto transgresor, hizo que huyéramos de aquellas prácticas y nos olvidáramos por un tiempo.
«No debemos ese honor a mi familia si no al gigante de Amancio Ortega»
Fue en un viaje a Perú donde entre turismo gastronómico y arqueológico nos dimos un tiempo de compras en alguno de los mercados clásicos. Alli donde, desde hacía cuarenta años, mi madre se hacía de telas y material de costura . Rebuscando, extasiadas entre el color y la texturas de los materiales más nobles del Perú, nos adentramos entre la suavidad del algodón pima, la dulzura de la vicuña y el particular tacto de la alpaca hasta llegar a un pequeño bazar con materiales mucho más contemporáneos.
Cuentas y abalorios de bisutería, herramientas para scrapbooking, cintas de raso de todos los colores y mil ingredientes más para los amantes de nuestro arte y del creciente DIY. En una esquina, medio escondido entre parches para rodilleras y coderas había unas aplicaciones termoadhesivas que nos llamaron la atención. Eran unas preciosas muñecas, con tejidos de patchwork y una cabellera que parecía real.
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Tengo que reconocer que si yo hubiese viajado sola, posiblemente aquellos parches me hubiese pasado desapercibidos. Pero nuestra diseñadora tiene una imaginación desbordante y comenzó a fantasear como podía fusionar aquellas aplicaciones con los adornos que utilizó, tantos años atrás, en la ropa de su bebé.
Por la emoción no pudo resistirse esperar a llegar a España. Aquí le esperaban sus modernas máquinas de coser y el material recopilado durante años en bazares y mercerías. Por lo que armada con una Singer, con casi cincuenta años de servicio y cuatro chucherías de la mercería, se puso a diseñar.
Aquella muñequita pelirroja con un vestido sobrio y mirada seria se había transformado. Usando como lienzo una camiseta blanca básica, había pintado en su boquita una sonrisa adorable, añadido un lazo en la frondosa cabellera y cosido un pequeño faldón. Me dejó sin palabras, emocionada y orgullosa por el talento de mi hermana mayor. Había convertido una aplicación sencilla y una camiseta básica en una pieza personalizada, original y única.
«Me dejó sin palabras, emocionada y orgullosa»
Volviendo a España, la empecé a inquietar con el potencial de aquella iniciativa. Me negaba a pensar que solo nos gustase a nosotras y nos convencimos de que había que intentarlo todo para darlo a conocer al mundo. Esas camisetas personalizadas fueron, en efecto, la chispa que hizo encender la llama de Licetti’s Crafts: Pero, parafraseando a Michael Ende en la historia interminable “Esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.